En nuestra vida cotidiana tenemos
la creencia de que damos y de que recibimos. Sin profundizar demasiado
observamos esta situación, la juzgamos, y, depende del día que tengamos,
pensamos que damos más de lo que recibimos o que recibimos más de lo que damos.
Y entramos en el tema de la justicia.
Si abandonamos por un momento la
vida cotidiana, este mundo paralelo creado por el raciocinio humano, y
profundizamos en la esencia de las cosas, la esencia del Universo, nuestra
esencia, podremos ver que, en realidad, lo único que hacemos es dar. El hecho
de recibir algo, en realidad, es dar.
Tenemos la creencia de que si yo
doy, recibiré y si recibo tendré que dar, o no, y me lo quedo todo para mí (es
uno de los grandes dilemas). Lo vemos como una causa/efecto. Si ocurre esto,
como consecuencia ocurrirá esto otro. O sea, si, dándose las circunstancias adecuadas,
le doy unos martillazos a un clavo en una pared, el clavo se introducirá
dentro, por tanto, si doy, recibiré. Y, si no, no será justo, tendré derechos y
otro tendrá obligaciones. Causa y efecto.
En realidad, lo que la
naturaleza, el Universo, los seres vivos, en esencia hacemos no es responder a
una causa. Es causar un efecto, es actuar, es dar.
Todo el Universo funciona así. El
Universo, la Naturaleza no reacciona ante una acción. Es acción misma. Lo que
podríamos llamar reacciones sólo se dan en el plano, en la dimensión humana
racional. En la esencia esas llamadas reacciones son acciones. Todas estas
acciones son causas que producen otras causas, son acciones que producen otras
acciones. No producen efectos o reacciones, sino nuevas acciones.
Un árbol da. Da vida, da fruto,
da oxígeno, etc. Siempre y sólo está dando. El hecho de recibir luz y agua se
convierte en seguir dando. En esencia está dando esa uz y agua de otra forma.
Coge esa luz y agua, las absorbe, las hace suyas, se convierte en ellas para
dar otra forma de vida (fruto, oxígeno, etc.). Cuando una tormenta lo parte en
dos, coge esa energía y, aún fuera de sus raíces, sigue dando vida, otras formas
de vida.
En esencia, la razón primera,
única y máxima es dar. Mediante la acción de dar somos, existimos, creamos,…
Mediante la acción de recibir, damos, somos, existimos, creamos,… Recibir =
Dar.
Durante una conversación con un
amigo, con la pareja, con un hijo,… siempre estamos dando. Creemos que damos y recibimos
y, si la conversación se vuelve tensa, creemos que damos comunicación,
positivismo, lógica, “realidad”, “verdad”, y creemos que recibimos
incomprensión, agresividad, mentira, negatividad, violencia,…
En realidad, nosotros estamos
dando todo eso, al recibir, damos. Al recibir agresividad damos una
interpretación de agresividad, que vuelve al otro convirtiéndose, en él, en más
agresividad, y vuelve a nosotros con más interpretación de agresividad. Al
conversar damos información, opinión, cariño, comprensión, y escucha. Al
escuchar, si escuchamos, no estamos recibiendo información, damos escucha, y de
esta manera, damos a nosotros mismos y al Universo, a la esencia, la
información que nos están dando.
En la construcción de una casa,
yo no recibo el 2º piso para levantar el 3º. El 2º se ha levantado y el 3º se
levantará. Puede ser una forma de hablar, pero sólo eso, una forma de hablar.
Además de ser dadores, nosotros
igual que todo el Universo, todo lo que damos se lo damos a todo. No sólo le
damos un caramelo a un niño, sino que nosotros, y también el niño, le damos el
caramelo, con todo el significado que queramos sentir, a toda la esencia, a
toda la vida.
Siempre das, siempre haces, siempre
actúas, siempre creas. No puedes dejar de dar, hacer, actuar, crear. Quieras o
no siempre lo haces.
Tú puedes elegir totalmente en
libertad, qué quieres dar, qué hacer, qué o cómo actuar, qué crear,… en todos
los momentos de tu vida.
Seguramente, ésta es nuestra
única responsabilidad. No podemos echar balones fuera, no podemos culpar a
nadie, ni siquiera a nosotros mismos. Es nuestra responsabilidad, siempre
positiva, porque cuando algo no nos hace crecer, siempre podemos hacer otra
cosa, eligiendo en libertad.
Esto significa EKEIA. Ser vivo
que tiende a desarrollarse al máximo. Siempre adelante, siempre dando, siempre
creando, viviendo.
Sufrimos porque creemos que
recibimos.
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