jueves, 14 de noviembre de 2013

Un ángel

Un día conocí un ángel. Yo no sabía que era un ángel. Me acerqué a él atraído por el misterio que me evocaba la vida misma. Su energía vital hizo que sintiera que había acertado. Que experimentaría todo el misterio energético universal. Me dijo que no me moviera y me movió. Volamos. Volamos sin alas a través de la nada y el todo. No había lugares, ni cosas, ni formas. Ni pensamientos, ni emociones. Sólo una sensación. Una sensación sin espacio ni tiempo. Volamos y era el vuelo mismo, sin más, sin menos. Vivimos y era la vida misma.


Un día conocí un ángel. Yo no sabía que era un ángel. Me acerqué a él atraído por el misterio que me evocaba la vida misma. Su energía vital hizo que sintiera que había acertado. Que experimentaría todo el misterio energético universal. Me dijo que me moviera y me moví. Bailamos. Bailamos con el cuerpo en el suelo hasta que el mismo suelo desapareció. Bailamos con la música y nuestros cuerpos alrededor, hasta que la música y los cuerpos se esfumaron. No bailamos una canción, ni en un lugar, ni con gente. Bailamos y sólo era el baile mismo. Vivimos y era la vida misma.


Un día conocí un ángel. Yo no sabía que era un ángel. Me acerqué a él atraído por el misterio que me evocaba la vida misma. Su energía vital hizo que sintiera que había acertado. Que experimentaría todo el misterio energético universal. No me dijo nada y yo no dije nada. Pero recordé al ángel y vi que sólo había un ángel. Volé y bailé. Me empapé de vuelo y baile. Me calmé. Me sumergí en la esencia del universo. Me sumergí en la esencia de mí mismo. Y me di cuenta de que el ángel era la esencia, era el universo,… El ángel era yo. El ángel eras tú.

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